Recientemente, se ha encontrado el vino más antiguo del mundo en una tumba romana en Carmona, Sevilla. Este vino, datado del siglo I después de Cristo, fue hallado en una urna de vidrio junto a restos óseos. Los análisis químicos confirmaron su autenticidad, subrayando la rica tradición vinícola de la región.
Además, en 2015, se descubrió un lagar turdetano en San Juan de Aznalfarache durante las obras del metro de Sevilla. Este lagar, utilizado desde el siglo III a.C. hasta el siglo I d.C., demuestra la prosperidad y la tradición vitivinícola de la antigua Osset, que luego fue mejorada por los romanos. En estas mismas excavaciones, se ha encontrado recientemente una bodega romana de la época de Augusto, que junto con el lagar turdetano muestra los avances técnicos y la importancia del vino en esa época.
El descubrimiento en 1958 del yacimiento del Carambolo ofrece una ventana a la riqueza y complejidad de la cultura tartésica, incluida su interacción con otras civilizaciones mediterráneas como la fenicia. Aunque no se han encontrado directamente instalaciones para la producción de vino en el Carambolo, las evidencias del comercio de vino y la presencia de ánforas fenicias sugieren que el vino era conocido y posiblemente valorado por los tartesios. Esta relación comercial y cultural contribuyó a la difusión del vino en la Península Ibérica, estableciendo las bases para la tradición vitivinícola de la región.
La rica historia vinícola de Sevilla se entrelaza también con las ruinas itálicas de Santiponce, donde se pueden encontrar vestigios de la antigua ciudad romana de Itálica. Este sitio arqueológico, junto con el lagar turdetano de San Juan de Aznalfarache y el reciente descubrimiento del vino en Carmona, crea un impresionante panorama de la tradición vitivinícola de la región. Un ejemplo notable de cómo se sigue trabajando en la relación entre la arqueología y la gastronomía es el proyecto de Manolo León, Arqueogastronomía, que busca resaltar la riqueza culinaria y vinícola de la provincia de Sevilla a través de experiencias que combinan historia y gastronomía.
Estos descubrimientos arqueológicos destacan la profunda conexión de Sevilla con la producción de vino, una tradición que Bodega Salado ha defendido con pasión. Con más de 200 años de historia, la bodega ha sido un baluarte de la viticultura sevillana, produciendo vinos que no solo reflejan la calidad y el sabor de la tierra, sino también su rica historia. Ejemplos de esto son sus proyectos pasados como los vinos Turdetanos, que rinden homenaje a los primeros habitantes de la región y que, aunque ya no se comercializan, jugaron un papel crucial entre 2015 y 2020 para difundir y expandir la historia vinícola de la provincia de Sevilla y en concreto la comarca del Aljarafe sevillano. Otro proyecto emblemático fue el vino blanco «Mostum», cuyo nombre procede también de la época romana, elaborado a comienzos del siglo XX.
Además, Bodega Salado trabaja y elabora vinos con la uva autóctona de Sevilla Garrido Fino. Esta uva, con su profundo arraigo en la región, es un testimonio vivo de la antigua tradición vinícola de Sevilla y un componente esencial de los vinos de la bodega, que combinan la historia con la innovación para ofrecer productos únicos y de alta calidad. Otro de los vinos emblemáticos de Bodega Salado es el reconocido Umbretum, un espumoso elaborado mediante el método champenois. Desde 2006, Umbretum lleva por bandera el nombre del municipio de Umbrete en la época romana, un ejemplo más de la defensa y difusión de la historia vinícola de la provincia de Sevilla.
Rafael Salado, quinta generación de la familia Salado, es un gran defensor de la historia del vino de Sevilla. Desde su atalaya, ha trabajado incansablemente por la preservación de nuestra herencia vinícola. Como presidente de la Asociación de Productores de Vinos y Licores de la Provincia de Sevilla, ha viajado por España y Portugal, y ha participado repetidamente en FITUR, el evento turístico más importante del país, donde ha dado charlas y conferencias en defensa del legado del vino de Sevilla.
Yo, Fran León, director de comunicación y ventas de Bodega Salado, conocido como el trovador del vino andaluz, he llevado la historia de los vinos de Sevilla a diversos rincones del mundo. A través de mis viajes y conferencias, tanto presenciales como virtuales, he compartido la fascinante historia de los vinos sevillanos, desde sus orígenes al presente.
El reciente hallazgo en Carmona, el descubrimiento del lagar turdetano y las ruinas de Itálica no solo enriquecen nuestro conocimiento histórico, sino que también refuerzan el valor del trabajo que realizamos en Bodega Salado. Actualmente, Francisco Salado, es el CEO de la bodega. Esta conexión entre el pasado y el presente nos invita a reflexionar sobre la importancia de conservar y celebrar nuestras tradiciones vinícolas. La bodega continúa siendo un faro de la viticultura sevillana, demostrando que la pasión por el vino y la historia pueden crear un legado duradero.
En Bodega Salado, cada botella es una invitación a descubrir y celebrar la rica herencia vinícola de Sevilla, una historia que continúa siendo escrita con cada cosecha y cada nuevo descubrimiento arqueológico que nos conecta con nuestras raíces ancestrales.